Toma solo una cucharada antes de ir a dormir

Solo una cucharada

Había llegado a
Barranquilla esa mañana desde el pueblo distante donde vivía la familia y no
tenía la menor idea de cómo encontrarme. Preguntando por aquí y por allá
entre los conocidos, le indicaron que me buscara en la librería Mundo o en los
cafés vecinos, donde iba dos veces al día a conversar con mis amigos
escritores. El que se lo dijo le advirtió: «Vaya con cuidado porque son locos de
remate». Llego a las doce en punto. Se abrió paso con su andar ligero por
entre las mesas de libros en exhibición, se me plantó enfrente, mirándome a los
ojos con la sonrisa picara de sus días mejores, y antes que yo pudiera
reaccionar, me dijo:

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